Un hombre pobre se hallaba gravemente enfermo. Viendo que no podrían los médicos salvarle, se dirigió a los dioses, prometiendo ofrendarles una hecatombe y consagrarles múltiples exvotos si lograba restablecerse.
Le oyó su mujer, que lo acompañaba a su lado, y le preguntó:
—¿Y de dónde sacarás tanto dinero para cubrir todo eso?
—¿Y crees tú que los dioses me lo van a reclamar si me restableciera?—repuso el enfermo.
Nunca hagas promesas que de antemano ya sabes que será imposible cumplirlas.
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