domingo, 28 de enero de 2018

043 — LAS RANAS QUE BUSCABAN AGUA

LAS RANAS QUE BUSCABAN AGUA

Vivían dos ranas en un bello pantano, pero llegó el verano y se secó, por lo cual lo abandonaron para buscar otro con agua. Hallaron en su camino un profundo pozo repleto de agua, y al verlo, dijo una rana a la otra:
— Amiga, bajemos las dos a este pozo.
Repuso la compañera:
— Pero, y si también se secara el agua de este pozo, ¿Cómo crees que subiremos entonces?

Al tratar de emprender una acción, analiza primero las consecuencias de ella.


42 — EL LABRADOR Y SUS HIJOS

EL LABRADOR Y SUS HIJOS

A punto de acabar su vida, quiso un labrador dejar experimentados a sus hijos en la agricultura.
Así, les llamó y les dijo:
—Hijos míos: voy a dejar este mundo; buscad lo que he escondido en la viña, y lo hallaréis todo.
Creyendo sus descendientes que había enterrado un tesoro, después de la muerte de su padre, con gran afán removieron profundamente el suelo de la viña.
Tesoro no hallaron ninguno, pero la viña, tan bien removida quedó, que multiplicó su fruto.
El mejor tesoro siempre lo encontrarás en el trabajo adecuado.

41 — LA ZORRA QUE ACARICIABA UN CORDERILLO Y EL PERRO

LA ZORRA QUE ACARICIABA UN CORDERILLO Y EL PERRO

Penetró una zorra en un rebaño de corderos, y arrimando a su pecho a un pequeño corderillo, fingió acariciarle.
Llegó un perro de los que cuidaban el rebaño y le preguntó:
— ¿Qué estás haciendo?
— Le acaricio y juego con él — contestó con cara de inocencia.
— ¡ Pues suéltalo enseguida, si no quieres conocer mis mejores caricias!

Al impreparado lo delatan sus actos. Estudia y aprende con gusto y tendrás éxito en tu vida.

viernes, 26 de enero de 2018

40 — EL ASTRÓNOMO

EL ASTRÓNOMO

Tenía un astrónomo la costumbre de pasear todas las noches estudiando los astros. Un día que vagaba por las afueras de la ciudad, absorto en la contemplación del cielo, cayó inopinadamente en un pozo.
Estando lamentándose y dando voces, acertó a pasar un hombre, que oyendo sus lamentos se le acercó para saber su motivo; enterado de lo sucedido, dijo:
—¡Amigo mío! ¿quieres ver lo que hay en el cielo y no ves lo que hay en la tierra?

Está bien mirar y conocer a nuestro alrededor, pero antes hay que saber donde se está parado.

39 — LA GOLONDRINA Y LOS PÁJAROS

LA GOLONDRINA Y LOS PÁJAROS

Apenas broto el muérdago, la golondrina comprendio el peligro que amenazaba a las aves, tras reunir a todos los pájaros les aconsejó cortar las encinas donde el muerdago nace y, si esto les era imposible, que fueran a refugiarse con los hombres y les suplicaran que no usaran el poder del muerdago para capturarlos. Los pájaros se rieron de ella como si dijera tonterias. Entonces ella se acercó a los hombres suplicándoles su ayuda. Estos la acogieron por su inteligencia y la admitieron como vecina. Y así, a los otros pajaros ocurrió que los hombres los cazaron y se los comieron, solo la golondrina, su protegida, anidó en sus casas sin terror.

La fábula muestra que aquellos que preven el porvenir escapan naturalmente a los peligros. 

38 — EL LABRADOR Y EL LOBO

EL LABRADOR Y EL LOBO


Llevó un labrador su yunta de bueyes al abrevadero.
Caminaba por ahí cerca un lobo hambriento en busca de comida.
Encontró el lobo el arado y empezó a lamer los bordes del yugo, y enseguida y sin darse cuenta terminó por meter su cabeza adentro. Agitándose como mejor podía para soltarse, arrastraba el arado a lo largo del surco.
Al regresar el labrador, y viéndolo en esta actividad le dijo:
— ¡Ah, lobo ladrón, que felicidad si fuera cierto que renunciaste a tu oficio y te has unido a trabajar honradamente la tierra!

A veces, por casualidad o no, los malvados parecieran actuar bien, mas su naturaleza siempre los delata.

37 — EL CIEGO

EL CIEGO

Érase una vez un ciego muy hábil para reconocer al tacto cualquier animal al alcance de su mano, diciendo de qué especie era. Le presentaron un día un lobezno, lo palpó y quedó indeciso.
—No acierto — dijo, si es hijo de una loba, de una zorra o de otro animal de su misma cualidad; pero lo que sí sé es que no ha nacido para vivir en un rebaño de corderos.

La naturaleza de la maldad se puede notar en una sola de sus características.

36 — EL PÍCARO

EL PÍCARO

Un pícaro se comprometió a demostrar que el oráculo de Delfos mentía.
Llegó el día señalado y el pícaro tomó un pajarito y, escondiéndolo bajo de su manto, se dirigió al templo.
Encarándose ante el oráculo preguntó si lo que tenía en la mano era un ser vivo o era inanimado.
Si el dios decía «inanimado», el hombre mostraría al pajarito vivo; si decía «vivo», lo enseñaría muerto, después de haberlo ahorcado.
Pero el dios, viendo de lo que se trataba con esa malvada intención, respondió:
Deja tu engaño, pícaro, pues bien sabes que de ti depende que lo que tienes en la mano se muestre muerto o vivo.

El poder divino no es para llevarle al engaño.

35 — EL HOMBRE Y EL SÁTIRO

El hombre y el sátiro

Se dice que en otro tiempo un hombre concertó un pacto de amistad con un sátiro. Llegó el invierno y con él el frío; el hombre arrimaba las manos a la boca y soplaba en ellas. Le preguntó el sátiro por qué lo hacía. Repuso que se calentaba la mano a causa del frío
Se sirvieron luego la comida y los alimentos estaban muy calientes, y el hombre, cogiéndolos a trocitos, los acercaba a la boca y soplaba en ellos. Le preguntó otra vez el sátiro por qué lo hacia. Contestó que enfriaba la comida porque estaba muy caliente.
—¡Pues escucha—exclamó el sátiro, renuncio a tu amistad porque lo mismo soplas con la boca lo que está frío que lo que está caliente!

No nos confundamos con aquellos que nos presentan o aparentan incertidumbre en sus actos.

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