domingo, 8 de febrero de 2015

34 - PROMESA A LOS DIOSES

Un hombre pobre se hallaba gravemente enfermo. Viendo que no podrían los médicos salvarle, se dirigió a los dioses, prometiendo ofrendarles una hecatombe y consagrarles múltiples exvotos si lograba restablecerse.
Le oyó su mujer, que lo acompañaba a su lado, y le preguntó:
—¿Y de dónde sacarás tanto dinero para cubrir todo eso?
—¿Y crees tú que los dioses me lo van a reclamar si me restableciera?—repuso el enfermo.

Nunca hagas promesas que de antemano ya sabes que será imposible cumplirlas.

33 - EL FANFARRÓN

Un atleta, que era muy conocido de sus conciudadanos por su debilidad, partió un día para tierras lejanas.
Volvió después de algún tiempo, anunciando que había llevado a cabo grandes proezas en distintos países; contaba con especial esmero haber hecho en Rodas un salto que nunca antes ninguno de los atletas coronados en los juegos olímpicos había sido capaz de realizar, agregando además que presentaría los testigos de su hazaña si algunos de los que allí se hallaban presentes venían alguna vez a su tierra.
Uno de los oyentes tomó la palabra y dijo:
—Oye, amigo: si eso es cierto, no necesitamos testigos; esto es Rodas, da el salto y muéstralo.

Si no puedes probar con los hechos lo que dices, no estás diciendo nada.

32 - EL HOMICIDA

Un hombre que había cometido un homicidio era perseguido por los familiares de la víctima.
Despertó la liebre ante los ruidos de la persecución, y no esperando más, emprendió su huída.
Pero llegando a orillas de un río, tropezó con un lobo, y huyéndole, se subió a un árbol de la orilla; y cuando estaba allí subido miró una serpiente que trepaba hacia él, por lo que optó por echarse al río, donde terminó en la boca de un cocodrilo.

La naturaleza es enemiga de los malvados.

31 - EL CANOSO Y SUS DOS PRETENDIENTES

Un hombre ya canoso tenía dos pretendientes, una joven y otra más vieja.
Apenada la de mayor edad de tratar con un hombre más joven que ella, cada vez que él la visitaba le quitaba los cabellos negros.
A su vez la más joven, no queriendo tener por amante a un hombre viejo, le arrancaba los cabellos canos.

Con esto sucedió que el hombre, pelado alternativamente por una y por la otra, se quedó completamente calvo.

Lo que mal se distribuye, mal se retribuye.

miércoles, 4 de febrero de 2015

30 - EL NÁUFRAGO

Navegaba un rico ateniense en una nave junto con otros pasajeros. De pronto, a causa de una súbita y violenta tempestad, empezó rápidamente a hacer agua el navío.
Y mientras los demás pasajeros, con su esfuerzo, trataban de salvarse a nado, el rico ateniense, invocando a cada instante a la diosa Atenea, le prometía efusivamente toda clase de ofrendas si por su medio lograba salvarse.
Uno de los náufragos que lo oía a su lado le dijo:
—Pide a Atenea, pero también a tus brazos.


Cuando pidas ayuda en tus problemas, primero demuestra que ya estás trabajando para solucionarlos.

28 - EL EMBUSTERO

Un hombre enfermo y de escasos recursos prometió a los dioses sacrificarles cien bueyes si le salvaban de la muerte. Queriendo probar al enfermo, los dioses le ayudaron a recobrar rápidamente la salud, y el hombre se levantó del lecho. Mas como no poseía los cien bueyes comprometidos, los modeló con sebo y los llevó a sacrificar a un altar, diciendo:
—¡Aquí tienen, oh dioses, mi ofrenda!
Los dioses decidieron también burlarse entonces a su vez del embustero, y le enviaron un sueño que le instaba a dirigirse a la orilla del mar, donde inmediatamente encontraría mil monedas de plata.
No pudiendo contener su alegría, el hombre corrió a la playa, pero allí cayó en manos de unos piratas que luego lo vendieron. Y fue así como encontró las mil monedas de plata.


Quien trata de engañar, al final termina engañado.

27 - LA ZORRA Y LA MÁSCARA

Entró un día una zorra en la casa de un actor, y después de revisar sus utensilios, encontró entre muchas otras cosas una máscara artísticamente trabajada.
La tomó entre sus patas, la observó y se dijo
— ¡ Hermosa cabeza! Pero qué lástima que no tiene sesos.


No te llenes de apariencias vacías. Llénate mejor siempre de buen juicio.

026 - EL PESCADOR Y EL RÍO REVUELTO

Pescaba un pescador en un río, atravesándolo con su red de una a otra orilla; luego, con una piedra atada al extremo de una cuerda de lino, agitaba el agua para que los peces, aturdidos, cayeran al huir entre las mallas de la red.
Lo vio proceder así un vecino y le reprochó el revolver el río, obligándoles a beber el agua turbia; más él respondió:
—¡Si no revuelvo el río, tendré que morirme de hambre!


Igual sucede con las naciones: entre más discordia siembren los agitadores entre la gente, mayor será el provecho que obtendrán. Forma siempre tu propia opinión y no vayas a donde te quieran empujar otros sin que lo hayas razonado.

025 - EL ALCIÓN


Este pájaro gusta de la soledad y vive siempre a orillas y sobre el mar. Se dice que para huir de los hombres que le dan caza, hace su nido en las rocas de la orilla.
Un día un alción que iba a poner, se encaramó a un montículo, y divisando un peñasco erecto dentro del mar, hizo en él su nido. Al otro día que salió en busca de comida, se levantó el mar por una borrasca, alcanzó al nido y ahogó a los pajaritos. Al regresar el alción y ver lo sucedido, exclamó:
— ¡Desdichado de mí, huyendo de los peligros conocidos de la tierra, me refugié dentro del mar y me fue peor!

Si tienes que adentrarte en lo desconocido, ten en cuenta la llegada de sorpresas agradables y desagradables. 


Nunca te confíes a ciegas de lo que no conoces. En terrenos nuevos anda con paso sereno y ojos bien abiertos.

024 - LA ZORRA A LA QUE SE LLENÓ EL VIENTRE

Una zorra hambrienta encontró en el tronco de una encina unos pedazos de carne y de pan que unos pastores habían dejado escondidos en una cavidad. Y entrando en dicha cavidad, se los comió todos.
Pero tanto comió y se le agrandó tanto el vientre que no pudo salir. Empezó a gemir y a lamentarse del problema en que había caído.
Por casualidad pasó por allí otra zorra, y oyendo sus quejidos se le acercó y le preguntó que le ocurría. Cuando se enteró de lo acaecido, le dijo:
—¡ Pues quédate tranquila hermana hasta que vuelvas a tener la forma en que estabas, entonces de seguro  
podrás salir fácilmente sin problema!

Con paciencia se resuelven muchas dificultades.

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