domingo, 2 de marzo de 2014

023 - LOS GALLOS Y LA PERDIZ

LOS GALLOS Y LA PERDIZ

Un hombre que tenía dos gallos, compró una perdiz doméstica y la llevo al corral junto con ellos para alimentarla. Pero estos la atacaban y la perseguían, y la perdiz, pensando que lo hacían por ser de distinta especie, se sentía humillada. 
Pero días más tarde vio cómo los gallos se peleaban entre ellos, y que cada vez que se separaban, estaban cubiertos de sangre. Entonces se dijo a sí misma:
-- Ya no me quejo de que los gallos me maltraten,  pues he visto que ni aun entre ellos mismos están en paz.


Si llegas a una comunidad donde los vecinos no viven en paz, ten por seguro que tampoco te dejaran vivir en paz a ti.

022 - LA ZORRA Y EL LEÑADOR


LA ZORRA Y EL LEÑADOR
Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña.
Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra.
El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había escondido.
Los cazadores no comprendieron la señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra.
La zorra al verlos marcharse, salió sin decir nada.
Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra respondió:
--Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.

No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras.

021 - LOS PESCADORES Y EL ATÚN

LOS PESCADORES Y EL ATÚN
Salieron a pescar al mar unos pescadores y luego de largo rato sin coger nada, se sentaron en su barca, entregándose a la desesperación. 
De pronto, un atún perseguido y que huía ruidosamente, saltó y cayó por error a su barca; lo tomaron entonces los pescadores y lo vendieron en la  plaza de la ciudad.


Existen extraños momentos en que por circunstancias del azar, obtenemos lo que no se pudo con el arte.

viernes, 21 de febrero de 2014

020 - LA ZORRA Y EL COCODRILO


LA ZORRA Y EL COCODRILO
Hsr. 20, Ch. 35
Discutían un día la zorra y el cocodrilo sobre la nobleza de sus antepasados.
Por largo rato habló el cocodrilo acerca de la alcurnia de sus ancestros, y terminó por decir que sus padres habían llegado a ser los guardianes del gimnasio.
Replicó la zorra:
- No es necesario que me lo digas; las cualidades de tu piel demuestran  muy bien que desde hace muchos años te dedicas a los ejercicios de gimnasia.

 Recuerda siempre que lo que bien se ve, no se puede ocultar con la mentira.

019 - LA ZORRA Y LA ZARZA

LA ZORRA Y LA ZARZA
Hsr. 19, Ch. 31
Una zorra saltaba sobre unos montículos, y estuvo de pronto a punto de caerse. Y para evitar la caída,  se agarró a una zarza, pero sus púas le hirieron las patas, y sintiendo el dolor que ellas le producían, le dijo a la zarza:
-- ¡ Acudí a ti por tu ayuda, y más bien me has herido !
A lo que respondió la zarza:
-- ¡Tu tienes la culpa, amiga, por agarrarte a mí, bien sabes lo buena que soy para enganchar y herir a todo el mundo, y tú no eres la excepción !


Nunca pidas ayuda al que acostumbra a hacer el daño.

018 - EL PESCADOR Y EL BOQUERÓN

EL PESCADOR Y EL BOQUERÓN
Hsr. 18, Ch. 26
Un pescador, después de lanzar al mar su red, sólo cogió un boquerón. Suplicó éste al pescador que le dejara por el momento en gracia de su pequeñez, diciendo al fin:
— Cuando sea mayor, podrás pescarme de nuevo, y entonces seré para ti de más provecho.
Replicó el pescador:
—¡Hombre, bien tonto sería soltando la presa que tengo en la mano para contar con la insegura presa futura, por grande que sea!


Más vale una moneda en la mano, que un tesoro en el fondo del mar.

jueves, 6 de febrero de 2014

017 - LA ZORRA CON EL RABO CORTADO


LA ZORRA CON EL RABO CORTADO
Hsr. 17, Ch. 41

Una zorra a la cual un cepo le había cortado la cola, estaba tan avergonzada, que consideraba su vida horrorosa y humillante, por lo cual decidió que la solución sería aconsejar a las demás hermanas cortarse también la cola, para así disimular con la igualdad general, su defecto personal.
Reunió entonces a todas sus compañeras, diciéndoles que la cola no sólo era un feo agregado, sino además una carga sin razón.
Pero una de ellas tomó la palabra y dijo:
— Oye hermana, si no fuera por tu conveniencia de ahora, ¿nos darías en realidad este consejo?

Cuídate de los que dan consejo en busca de su propio beneficio, y no por hacer realmente un bien.

016 - EL GALLO Y LA COMADREJA

EL GALLO Y LA COMADREJA
Hsr. 16, Ch. 12

Una comadreja atrapó a un gallo y quiso tener una razón plausible para comérselo.
La primera acusación fue la de importunar a los hombres y de impedirles dormir con sus molestos cantos por la noche. Se defendió el gallo diciendo que lo hacía para servirles, pues despertándolos, les recordaba que debían comenzar sus trabajos diarios.
Entonces la comadreja buscó una segunda acusación: que maltrataba a la Naturaleza por buscar como novias incluso a su madre y a sus hermanas. Repuso el gallo que con ello también favorecía a sus dueños, porque así las gallinas ponían más huevos.
Exclamó la comadreja:
— ¡ Vaya, veo que bien sabes tener respuesta para todo, pero no por eso  voy a quedarme en ayunas !
Y se lo sirvió de cena.


Para el malvado decidido a agredir, no lo para ninguna clase de razones.

miércoles, 5 de febrero de 2014

015 - LA ZORRA Y LOS RACIMOS DE UVAS

LA ZORRA Y LOS RACIMOS DE UVAS
Hsr. 15, Ch. 32

Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca.
Mas no pudiendo alcanzarlos, se alejó diciéndose:
— ¡Ni me agradan, están tan verdes... !


Nunca traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.

014 - LA ZORRA Y EL MONO DISCUTEN SOBRE SU NOBLEZA


LA ZORRA Y EL MONO DISCUTEN SOBRE SU NOBLEZA
Hsr. 14, Ch. 39

Viajaban por esta tierra juntos una zorra y un mono, disputando a la vez cada uno sobre su nobleza.
Mientras cada cual detallaba ampliamente sus títulos, llegaron a cierto lugar. Volvió el mono su mirada hacia un cementerio y rompió a llorar. Preguntó la zorra que le ocurría, y el mono, mostrándole unas tumbas le dijo:
— ¡Oh, cómo no voy a llorar cuando veo las lápidas funerarias de esos grandes héroes, mis antepasados!
Contestó la zorra:
— ¡Puedes mentir cuanto quieras; pues ninguno de ellos se levantará para contradecirte!

Sé siempre honesto en tu vida. Nunca sabrás si el vecino que te escucha sabe la verdad y corroborará o desmentirá tus palabras.

013 - LOS PESCADORES QUE PESCAN UNA PIEDRA

LOS PESCADORES QUE PESCAN UNA PIEDRA
Hrs. 13, Ch. 23

Tiraban unos pescadores de una red y como la sentían  muy cargada, bailaban y gritaban de contento, creyendo que habían hecho una buena pesca. Arrastrada la red a la playa,  en lugar de peces sólo encontraron piedras y otros objetos, con lo que fue muy grande su contrariedad, no tanto por la rabia de su chasco, como por haber esperado otra cosa.
 Uno de los pescadores, el más viejo, dijo a sus compañeros:
—Basta de afligirse, muchachos, puesto que según parece la alegría tiene por hermana la tristeza; después de habernos alegrado tanto antes de tiempo, era natural que  tropezásemos con alguna contrariedad.

Es rutina de la vida que a buenos tiempos  siguen unos malos y a los malos tiempos le suceden otros buenos. Estemos siempre preparados a estos inesperados cambios.

lunes, 3 de febrero de 2014

012 - LA ZORRA Y EL LEOPARDO


LA ZORRA Y EL LEOPARDO
Hsr. 12, Ch. 37



Disputaban otro día la zorra y el leopardo acerca de su belleza.
El leopardo alababa muy especialmente los especiales pintados de su piel.
Replicó entonces la zorra diciendo:
 ¡Mucho más hermosa me considero yo, no por las apariencias de mi cuerpo, sino más bien por mi espíritu!

Las cualidades del espíritu son preferibles a las del cuerpo.

011 - EL PESCADOR FLAUTISTA

EL PESCADOR FLAUTISTA
Hsr. 11, Ch. 24

Un pescador que también tocaba hábilmente la flauta, cogió juntas sus flautas y sus redes para ir al mar; y sentado en una roca saliente, se puso a tocar la flauta, esperando que los peces, atraídos por sus dulces sones, saltarían del agua para ir hacia él. Mas, cansado al cabo de su esfuerzo en vano, dejó la flauta a su lado, lanzó la red al agua y cogió buen número de peces. Viéndoles brincar en la orilla después de sacarlos de la red, exclamó el pescador flautista:
—¡Malditos animales: cuando tocaba la flauta no teníais ganas de bailar, y ahora que no lo hago parece que os dan cuerda!


Muchas veces no actuamos de acuerdo a las circunstancias que nos rodean, sino desatiempados o desubicados. Procuremos siempre estar bien situados.

010 - LA ZORRA QUE VIO A UN LEÓN

LA ZORRA QUE VIO A UN LEÓN
Hsr. 10, Ch. 42

Había una zorra que nunca había visto un león.
La puso el destino un día delante de la real fiera. Y como era la primera vez que le veía, sintió un miedo espantoso y se alejó tan rápido como pudo.
Al encontrar al león por segunda vez, aún sintió miedo, pero menos que antes, y lo observó con calma por un rato.
En fin, al verlo por tercera vez, se envalentonó lo suficiente hasta llegar a acercarse a él para entablar conversación.


En la medida que vayas conociendo algo, así le irás perdiendo el temor. Pero mantén siempre la distancia y prudencia adecuada.

009 - LA ZORRA Y EL CABRÓN EN EL POZO

LA ZORRA Y EL CABRÓN EN EL POZO
Hsr. 9, Ch. 40

Cayó una zorra en un profundo pozo, viéndose obligada a quedar adentro por no poder alcanzar la orilla.
Llegó más tarde al mismo pozo un cabrón sediento, y viendo a la zorra le preguntó si el agua era buena. Ella, ocultando su verdadero problema, se deshizo en elogios para el agua, afirmando que era excelente, e invitó al cabrón a descender y probarla donde ella estaba.
Sin más pensarlo saltó el cabrón al pozo, y después de saciar su sed, le preguntó a la zorra cómo harían para salir allí.
Dijo entonces la zorra:
 Hay un modo, que sin duda es nuestra mutua salvación. Apoya tus patas delanteras contra la pared y alza bien arriba tus cuernos; luego yo subiré por tu cuerpo y una vez afuera, tiraré de ti.
Le creyó el cabrón y así lo hizo con buen gusto, y la zorra trepando hábilmente por la espalda y los cuernos de su compañero, alcanzó a salir del pozo, alejándose de la orilla al instante, sin cumplir con lo prometido.
Cuando el cabrón le reclamó la violación de su convenio, se volvió la zorra y le dijo:
 ¡Oye socio, si tuvieras tanta inteligencia como pelos en tu barba, no hubieras bajado sin pensar antes en cómo salir después!


Antes de comprometerte en algo, piensa primero si podrías salir de aquello, sin tomar en cuenta lo que te ofrezcan tus vecinos.

Nota: Capra aegagrus hircus, cabra o chiva es un mamífero artiodáctilo de la subfamilia Caprinae que fue domesticado alrededor del octavo milenio a. C., sobre todo por su carne y leche. Al macho de la cabra se le llama cabrón, cabro, chivato, macho cabrío o irasco, y a las crías, cabrito o chivo. Al conjunto de estos animales, criados por el ser humano, se le conoce como ganado caprino o ganado cabrío.

008 - ESOPO EN UN ASTILLERO

ESOPO EN UN ASTILLERO
Hsr. 8, Ch. 19

Una vez Esopo, el fabulista, estando ocioso, entró en un astillero. Los obreros burlándose de él le provocaron a que les replicara.
Esopo dijo que en un tiempo remoto existían el caos y el agua, pero que Zeus, como quería que surgiera el elemento de la tierra, invitó a ésta a que se tragara por tres veces el mar.
Y aquélla, para empezar, dejó primero al descubierto las montañas, al segundo trago dejó al desnudo las llanuras, y si decide apurar el agua, a la tercera, se va a hacer inútil vuestra industria.


La fábula muestra que los que, sin darse cuenta, se mofan de los más fuertes, atraen sobre si sus réplicas más mordaces.

007 - LA COMADREJA Y LAS GALLINAS

LA COMADREJA Y LAS GALLINAS
Hsr. 7, Ch 14

Supo una comadreja de que en un corral había unas gallinas enfermas, y disfrazándose de médico, cogió los instrumentos del oficio y se acercó al gallinero. Ya en la puerta, preguntó a las gallinas que cómo les iba con su salud.

Le respondieron:

-¡Mucho mejor si tú te largas!



Los hombres malintencionados no pasan inadvertidos a los prudentes por mucha honradez que finjan.

Nota: Los griegos no conocen el gato hasta una época relativamente tardía, como consecuencia de sus contactos comerciales con Egipto, de donde se importó. Usaban en su lugar la comadreja: el nombre griego para este animal se aplicó luego al gato. De todas formas respetamos la palabra iriginaria de comadreja.

domingo, 2 de febrero de 2014

006 - EL CABRERO Y LAS CABRAS MONTESES

EL CABRERO Y LAS CABRAS MONTESES
Hsr. 6, Ch. 17

Llevó un cabrero a pastar a sus cabras y de pronto vio que las acompañaban unas cabras monteses. Llegada la noche, llevó a todas a su gruta.
A la mañana siguiente estalló una fuerte tormenta y no pudiendo llevarlas a los pastos, las cuidó dentro. Pero mientras a sus propias cabras sólo les daba un puñado de forraje, a las monteses les servía mucho más, con el propósito de quedarse con ellas. Terminó al fin el mal tiempo y salieron todas al campo, pero las cabras monteses escaparon a la montaña. Las acusó el pastor de ingratas, por abandonarle después de haberlas atendido tan bien; mas ellas le respondieron:
 Mayor razón para desconfiar de ti, porque si a nosotras recién llegadas, nos has tratado mejor que a tus viejas y leales esclavas, significa esto que si luego vinieran otras cabras, nos despreciarías a nosotras por ellas.


Nunca confíes en quien pretende tu nueva amistad a cambio de abandonar a las que ya tenía.

005 - EL DEUDOR ATENIENSE

EL DEUDOR ATENIENSE
Hsr. 5, Ch 10

Un ateniense endeudado, apremiado por su acreedor para que le pagara su deuda, le pidió a éste que le concediera un corto plazo con el pretexto de que se hallaba en apuro; mas no logrando convencerle, trajo la única marrana que poseía, disponiéndose a venderla en presencia de su acreedor.

Llegó un comprador preguntando si la marrana era fecunda. Respondió el deudor:
—Tan fecunda es que hasta es extraordinaria: en los Misterios pare hembras y en las Panateneas pare machos.

Asombrado el comprador por lo que oyó, el deudor le exclamó:

¡No te asombres tanto aún, porque esta marrana, además, te dará cabritos en las Dionisíacas!


La desesperación es causa de grandes mentiras.

Colección augustana 5

004 - EL RUISEÑOR Y EL GAVILÁN

EL RUISEÑOR Y EL GAVILÁN
Hsr. 4, Ch. 8

Subido en un alto roble, un ruiseñor cantaba como de costumbre. Lo vio un gavilán hambriento, y lanzándose inmediatamente sobre él, lo apresó en sus garras.
Seguro de su próxima muerte, el ruiseñor le rogó que le soltara, diciéndole que con sólo él no bastaría para llenar su vientre, y que si en verdad tenía hambre, debería de apresar a otros más grandes. El gavilán le repuso:
-- Necio sería si te oyera y dejara escapar la presa que tengo, por ir a buscar a la que ni siquiera he visto.


No dejemos los bienes que ya tenemos, por ilusiones que ni siquiera divisamos.


Colección Augustana, 4

Esta misma fábula aparece ya en Hesíodo, Trabajos y Días

003 - EL ÁGUILA Y EL ESCARABAJO

EL ÁGUILA Y EL ESCARABAJO
Hrs. 3, Ch. 4


Estaba una liebre siendo perseguida por un águila, y viéndose perdida pidió ayuda a un escarabajo, suplicándole que le salvara.
Le pidió el escarabajo al águila que perdonara a su amiga. Pero el águila, despreciando la insignificancia del escarabajo, devoró a la liebre en su presencia.
Desde entonces, buscando vengarse, el escarabajo observaba los lugares donde el águila ponía sus huevos, y haciéndolos rodar, los tiraba a tierra. Viéndose el águila echada del lugar a donde quiera que fuera, recurrió a Zeus pidiéndole un lugar seguro para depositar sus futuros pequeñuelos.
Le ofreció Zeus colocarlos en su regazo, pero el escarabajo, viendo la táctica escapatoria, hizo una bolita de barro, voló y la dejó caer sobre el regazo de Zeus. Se levantó entonces Zeus para sacudirse aquella suciedad, y tiró por tierra los huevos sin darse cuenta. Por eso desde entonces, las águilas no ponen huevos en la época en que salen a volar los escarabajos.


Nunca desprecies lo que parece insignificante, pues no hay ser tan débil que no pueda alcanzarte.

002 - EL ÁGUILA, EL GRAJO Y EL PASTOR

EL ÁGUILA, EL GRAJO Y EL PASTOR
Hrs. 2, Ch. 5
Lanzándose desde una cima, un águila arrebató a un corderito.
La vio un cuervo y tratando de imitar al águila, se lanzó sobre un carnero, pero con tan mal conocimiento en el arte que sus garras se enredaron en la lana, y batiendo al máximo sus alas no logró soltarse.    
Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y cortando las puntas de sus alas, se lo llevó a sus niños.
Le preguntaron sus hijos acerca de que clase de ave era aquella, y les dijo:
- Para mí, sólo es un cuervo; pero él, se cree águila.


Pon tu esfuerzo y dedicación en lo que realmente estás preparado, no en lo que no te corresponde.

Colección augustana 2

001 - EL AGUILA Y LA ZORRA

El águila y la zorra
Hsr. 1, Ch. 3

Un águila y una zorra que eran muy amigas decidieron vivir juntas con la idea de que eso reforzaría su amistad. Entonces el águila escogió un árbol muy elevado para poner allí sus huevos, mientras que la zorra soltó a sus hijos bajo unas zarzas sobre la tierra al pie del mismo árbol. 
Un día que la zorra salió a buscar su comida, el águila, que estaba hambrienta cayó sobre las zarzas, se llevó a los zorruelos, y entonces ella y sus crías se regocijaron con un banquete.
Regresó la zorra y más le dolió el no poder vengarse, que saber de la muerte de sus pequeños; ¿cómo podría ella, siendo un animal terrestre, sin poder volar, perseguir a uno que vuela? Tuvo que conformarse con el usual consuelo de los débiles e impotentes: maldecir desde lejos a su ahora enemiga.

Mas no pasó mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición contra la amistad. Se encontraban en el campo unos pastores sacrificando una cabra; cayó el águila sobre ella y se llevó una víscera que aún conservaba fuego, colocándola en su nido. Vino un fuerte viento y transmitió el fuego a las pajas, ardiendo también sus pequeños aguiluchos, que por pequeños aún no sabían volar, los cuales se vinieron al suelo. Corrió entonces la zorra, y tranquilamente devoró a todos los aguiluchos ante los ojos de su enemiga.
  

Nunca traiciones la amistad sincera, pues si lo hicieras, tarde o temprano del cielo llegará el castigo.

Colección Augustana 1

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